El sábado 5 de abril, una tragedia sacudió el Festival Ceremonia en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México: una estructura metálica colapsó, dejando dos muertos y varios heridos. Lo que debería haber sido un evento de música alternativa se convirtió en un caos que expone, una vez más, la negligencia de quienes están cerca del poder.
Detrás de este festival está Grupo Eco, una empresa ligada a Diego Jiménez Labora, amigo íntimo de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente y figura clave en Morena. Este vínculo levanta sospechas sobre cómo se otorgan permisos y se evaden responsabilidades cuando los cercanos al partido en el poder están involucrados.
La alcaldía Miguel Hidalgo, encabezada por el PAN, suspendió el evento y señaló a los organizadores por incumplir normativas. Sin embargo, el gobierno de Morena en la Ciudad de México también se lavó las manos, culpando a la alcaldía y a la empresa privada, mientras la investigación apenas comienza.
El festival continuó varias horas tras el incidente, como si nada hubiera pasado, dejando a los asistentes en la incertidumbre. Las víctimas, un hombre y una mujer, murieron por traumatismos graves, según el IMSS-Bienestar, pero las autoridades no han aclarado cómo una estructura decorativa pudo desplomarse tan fácilmente.
Este no es un caso aislado: los amigos de López Beltrán han sido señalados antes por beneficiarse de contratos millonarios con el gobierno federal. Ahora, su sombra se extiende a un evento que terminó en tragedia, mientras las familias de las víctimas exigen justicia que, probablemente, nunca llegue.
La fiscalía capitalina promete investigar, pero la historia se repite: eventos mal planeados, permisos dudosos y un gobierno que prefiere echar culpas antes que actuar. El Festival Ceremonia, en su onceava edición, pasará a la historia no por la música, sino por la ineptitud y los nexos que lo rodean.