Un operativo conjunto en San Ignacio, Sinaloa, dejó al descubierto un arsenal que pone los pelos de punta. Elementos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y otras fuerzas federales confiscaron más de 14 mil cartuchos, 212 artefactos explosivos y un montón de equipo táctico en la comunidad de Vado Hondo. La operación, realizada el pasado 4 de abril, evidencia una vez más la escalada de violencia que azota la región.
Entre lo decomisado hay 11 armas largas, incluyendo una ametralladora, y dos armas cortas, además de 96 cargadores y tres vehículos, uno de ellos con reporte de robo. Los explosivos incluyen 204 de emulsión EMULEX, 100 iniciadores y 100 conectores de mecha, un hallazgo que prende las alarmas sobre la capacidad destructiva que circula en manos equivocadas.
El despliegue no solo se limitó a San Ignacio. En Escuinapa y Mazatlán, las autoridades también aseguraron drogas y más equipo táctico, mostrando que el problema de la inseguridad está lejos de controlarse. La Secretaría de Seguridad Pública estatal informó que todo lo incautado ya está en manos de las autoridades competentes, pero la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo seguirá esta ola de violencia?
La falta de acción efectiva del gobierno para frenar estos arsenales es preocupante. Mientras las fuerzas armadas hacen su parte, la sensación de desamparo crece entre la población. Sinaloa sigue siendo un polvorín, y operativos como este solo confirman que el peligro está más cerca de lo que muchos quisieran admitir.