La región de Detroit y la asociación del sector automotriz de Michigan han levantado la voz para solicitar al gobierno de Donald Trump una pausa en los aranceles planeados para vehículos provenientes de México y Canadá, así como para autopartes del resto del mundo.
Esta petición surge ante el temor de que las medidas, programadas para entrar en vigor el 2 de abril, generen serias interrupciones en las cadenas de suministro de una industria clave para la economía estadounidense, profundamente integrada con sus vecinos de Norteamérica.
Los representantes de Michigan argumentan que los aranceles del 25% a automóviles no fabricados en Estados Unidos podrían disparar los costos de producción y afectar empleos, especialmente en un estado donde el sector automotor es un pilar económico fundamental.
Aunque México y Canadá cuentan con excepciones parciales bajo el T-MEC, el impacto global de estas tarifas amenaza con desestabilizar la competitividad de la región, según los líderes locales, quienes urgen una reconsideración de la política comercial.
El gobierno de Trump ha defendido los aranceles como una forma de proteger la industria nacional, pero las voces críticas advierten que el costo podría recaer en los consumidores estadounidenses con precios más altos en los vehículos.