Desde el 29 de marzo de 2025, las escuelas de México tienen prohibido vender comida chatarra, una medida impulsada por el gobierno de Claudia Sheinbaum para supuestamente combatir la obesidad infantil. Sin embargo, la realidad fuera de los planteles pinta un panorama muy diferente.
A la hora de la salida en la escuela primaria Margarita Maza de Juárez, en la Ciudad de México, los vendedores ambulantes se instalaron como si nada hubiera cambiado. Niños y niñas salieron corriendo a comprar papas fritas, refrescos y dulces, burlándose de la gran “estrategia” oficial.
La Secretaría de Educación Pública asegura que esta prohibición es parte de su plan “Vida Saludable”, pero no parece haber un control real más allá de las puertas de las escuelas. Los puestos de comida chatarra siguen operando a plena vista, sin que ninguna autoridad intervenga.
Mientras dentro de los planteles se imponen multas de hasta 109 mil pesos por vender estos productos, afuera no hay reglas ni sanciones. Los padres también admiten que muchos siguen enviando lonches con frituras, aprovechando que no hay castigos para ellos.
La presidenta Sheinbaum ha dicho que no se trata de prohibir por prohibir, sino de cambiar hábitos. Pero con los vendedores al acecho y la falta de vigilancia, la medida parece más un show mediático que una solución efectiva.
¿De qué sirve tanta norma si a unos pasos de la escuela todo sigue igual? La obesidad infantil no se resolverá con buenas intenciones mientras el gobierno no toque el negocio de la comida chatarra que prospera fuera de las aulas.

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Prohíben comida chatarra en escuelas, pero ¿qué pasó a la hora de la salida?
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