La diputada de Movimiento Ciudadano, Ivonne Ortega, no se quedó callada y encaró al morenista Cuauhtémoc Blanco en plena Cámara de Diputados. Le entregó una carta donde le exige que deje su cargo y renuncie a su fuero para enfrentar como cualquier ciudadano las graves acusaciones de abuso sexual en su contra.
El enfrentamiento ocurrió durante una sesión en San Lázaro, cuando Ortega se acercó a la curul de Blanco y, con un tono firme, le dijo “juega limpio”. En la carta, le recuerda su pasado como ídolo futbolístico y lo acusa de convertirse en un símbolo de impunidad al esconderse detrás de su privilegio como diputado.
La legisladora no duda en poner el dedo en la llaga: Blanco, exgobernador de Morelos y figura de Morena, está señalado por un presunto intento de violación contra su media hermana. Ortega insiste en que, si no tiene nada que ocultar, debería dar la cara sin la protección que le da su puesto.
Con datos duros, la carta expone la crisis de violencia sexual en México: más de 80 mil carpetas de investigación al año y solo una de cada diez víctimas denunciando. Ortega cuestiona cómo pedirle a las mujeres que alcen la voz si el Congreso protege a alguien como Blanco.
El tono de la diputada es claro y directo: no lo juzga como culpable, pero lo reta a asumir su responsabilidad. Le advierte que está destruyendo su legado de 40 años en las canchas y que aún puede elegir cómo quiere ser recordado por los mexicanos.
Blanco, por su parte, recibió la carta con un simple “gracias” y una actitud que algunos describieron como molesta. Hasta ahora, no ha respondido públicamente a las acusaciones ni a la exigencia de Ortega de separarse del cargo.
La presión crece sobre el diputado morenista, mientras el caso sigue dando de qué hablar. La pregunta queda en el aire: ¿dará el paso o seguirá amparado por su partido y su fuero? El balón, como dice Ortega, está en su cancha.