Un devastador terremoto de magnitud 7.7 sacudió el centro de Myanmar el pasado viernes, dejando un saldo preliminar de más de mil muertos y miles de heridos, según las autoridades locales. El epicentro se ubicó cerca de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, causando estragos en una región ya golpeada por años de conflicto interno.
Los efectos del sismo se sintieron a cientos de kilómetros, llegando hasta Bangkok, la capital de Tailandia. Allí, un rascacielos en construcción colapsó, dejando al menos 18 fallecidos y decenas de personas atrapadas bajo los escombros. Equipos de rescate trabajan sin descanso para encontrar sobrevivientes.
En Myanmar, la junta militar reportó que las víctimas mortales superan las 1,644, mientras que el Gobierno de Unidad Nacional, opositor al régimen, estima más de 2,400 decesos. Las labores de rescate se complican por el calor extremo, las réplicas y la infraestructura dañada, incluyendo puentes y carreteras.
En Bangkok, los rescatistas han detectado señales de vida entre los restos del edificio derrumbado. Aunque las esperanzas disminuyen, drones térmicos y perros rastreadores siguen buscando a los desaparecidos, en su mayoría obreros que trabajaban en la obra al momento del colapso.
La comunidad internacional ha respondido al llamado de ayuda de Myanmar, un país aislado tras el golpe de 2021. China, Rusia y la ONU han enviado equipos y recursos, pero la crisis humanitaria se agrava por la guerra civil y la precariedad previa de la región.
Este terremoto, el más fuerte en Myanmar en más de un siglo, expone la vulnerabilidad de una nación en caos. Mientras tanto, en Tailandia, las autoridades evalúan daños en más de 2,000 edificaciones, con Bangkok como el foco de mayor atención por la tragedia del rascacielos.

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Hay más de mil muertos tras terremoto en Myanmar: detectan sobrevivientes entre escombros de Bangkok
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