La violencia e inseguridad no dan tregua en México, y un nuevo caso lo demuestra: en Apaseo el Grande, Guanajuato, autoridades lograron liberar a un hombre que había sido privado de su libertad en Querétaro. El rescate ocurrió tras un operativo conjunto entre la Policía Municipal y el Ejército Mexicano, pero deja en evidencia la fragilidad de la seguridad en la región.
Todo comenzó la noche del domingo, cuando las fuerzas del orden realizaban patrullajes en las comunidades de Caleras, Mariscala y Obrajuelo. En un camino rural entre Obrajuelo y Punta de Obrajuelo, detectaron un vehículo sospechoso: un Chevrolet Ónix. El conductor, al notar la presencia policial, intentó huir, desatando una persecución que terminó en el fraccionamiento Los Cántaros.
Ahí, los oficiales encontraron el auto abandonado. Minutos después, un hombre se acercó y relató una historia escalofriante: había sido secuestrado en Querétaro por desconocidos que lo subieron a ese vehículo. Al ver a las autoridades, los captores huyeron, dejándolo atrás. El automóvil, que tenía reporte de robo, fue asegurado y puesto a disposición de la Fiscalía General del Estado.
Este caso pone el foco en la creciente ola de delitos que azota a estados como Guanajuato y Querétaro. La coordinación entre municipales y federales dio resultados, pero la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo seguirá la ciudadanía a merced de la delincuencia sin una estrategia efectiva del gobierno?
La víctima quedó libre, pero el incidente es un recordatorio de que la inseguridad sigue siendo un problema sin control. Las autoridades investigan, aunque los responsables ya escaparon, dejando tras de sí otro capítulo de violencia en el país.