A dos semanas de la desaparición de Karla Infante y Valeria Cuellar en Irapuato, Guanajuato, las autoridades no han mostrado avances en la búsqueda, y la desesperación crece entre familiares y amigos. Las jóvenes fueron vistas por última vez el 18 de marzo de 2025, tras tomar un Uber juntas, pero desde entonces no hay rastro de ellas.
Familiares y colectivas feministas organizaron un plantón pacífico frente al Cereso de Irapuato para exigir respuestas, pero la protesta se vio empañada por actos intimidatorios. Según denuncias en redes sociales, elementos de seguridad fotografiaron y grabaron a las manifestantes, generando temor y desconfianza entre las presentes.
La Fiscalía General del Estado activó el Protocolo Alba tras la denuncia, pero los resultados son nulos hasta ahora. Lejos de brindar apoyo, las autoridades han sido señaladas por su pasividad y por obstaculizar la movilización con actitudes hostiles hacia quienes buscan justicia.
Las colectivas, como Brujas de Irapuato, han alzado la voz contra la inacción gubernamental y la circulación de noticias falsas que desvían la atención del caso. La desaparición de Karla y Valeria se suma a una ola de violencia e inseguridad que parece desbordar a las autoridades locales.
Este incidente pone en evidencia la falta de coordinación y compromiso del gobierno municipal y estatal para garantizar la seguridad de las mujeres. Mientras las familias claman por respuestas, el acoso a las manifestantes refleja un intento de silenciar las demandas legítimas.
La situación en Irapuato es alarmante: la violencia y las desapariciones no cesan, y las instituciones parecen más enfocadas en intimidar que en resolver. Karla y Valeria siguen sin aparecer, y la indignación crece ante un sistema que falla en proteger a sus ciudadanos.