La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer aranceles del 25% a países que compren petróleo o gas venezolano ha puesto en alerta a los principales socios comerciales de Venezuela. Esta medida, impulsada por el presidente Donald Trump, busca presionar al régimen de Nicolás Maduro, afectando directamente a naciones como China, India y España.
China, el mayor comprador de crudo venezolano, enfrenta un duro golpe con esta política. En 2023, adquirió 1.4 millones de toneladas métricas de petróleo, lo que representa el 69% de las exportaciones de Venezuela, según el Departamento de Energía de EE.UU. Pekín ya ha solicitado a Washington que deje de interferir en los asuntos de Caracas.
India, otro aliado clave, importó 22 millones de barriles en 2024, casi la mitad de las exportaciones venezolanas. Empresas como Reliance Industries, que procesa el crudo pesado venezolano, podrían verse obligadas a buscar alternativas si los aranceles se implementan a partir del 2 de abril, como está programado.
En Europa, España también está en la mira. Venezuela fue su octavo proveedor de petróleo en 2023, con un 4.7% del total importado. La petrolera Repsol, con un 40% de participación en una empresa mixta con Pdvsa, podría enfrentar complicaciones. El gobierno español ha advertido que responderá con firmeza si sus intereses se ven afectados.
La producción petrolera venezolana, que en febrero alcanzó 1.025.000 barriles diarios, sigue siendo vital para el régimen de Maduro. Sin embargo, esta amenaza arancelaria podría reducir aún más sus ingresos, en un contexto donde ya enfrenta sanciones y una economía debilitada.
Este movimiento de Trump no solo impacta a Venezuela, sino que tensiona las relaciones comerciales globales. Países compradores tendrán que decidir entre mantener sus lazos con Caracas o evitar las represalias económicas de Estados Unidos, un dilema que promete reconfigurar el mercado petrolero internacional.