El sábado 29 de marzo, un nuevo gobierno de transición asumió el poder en Siria, marcando un hito tras casi cuatro meses de la caída de Bashar al-Assad. Este gabinete, compuesto por 23 miembros, destaca por su diversidad étnica y religiosa, buscando representar a todos los sectores de un país devastado por años de conflicto.
El presidente interino, Ahmed al-Sharaa, firmó una constitución temporal que elimina la figura del primer ministro y establece un secretario general para liderar este periodo de cinco años. Entre los ministros hay figuras como Hind Kabawat, cristiana y activista, y Raed Saleh, exlíder de los Cascos Blancos, lo que refleja un intento de inclusión.
Este paso llega tras el derrocamiento de Assad en diciembre pasado, cuando grupos rebeldes liderados por Hayat Tahrir al-Sham tomaron Damasco. Ahora, el gobierno busca estabilidad en una nación donde el 90% de la población vive en pobreza, según la ONU, y enfrenta sanciones internacionales.
A pesar de la diversidad del gabinete, no incluye a las Fuerzas Democráticas Sirias, de mayoría kurda, aunque un reciente acuerdo con al-Sharaa promete integrarlas al ejército nacional. La comunidad internacional observa de cerca, mientras Siria inicia una transición llena de retos.

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Gobierno étnicamente diverso toma posesión en Siria cuatro meses tras la destitución de Assad
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