El sábado 29 de marzo, mientras colectivos feministas marchaban en la Ciudad de México para exigir el desafuero del diputado de Morena, Cuauhtémoc Blanco, el exfutbolista decidió ignorar las protestas y asistir a un evento de la UFC en la Arena Ciudad de México. La manifestación, que reunió a decenas de mujeres en Paseo de la Reforma, buscaba que el legislador enfrente acusaciones de abuso sexual sin la protección de su fuero.
Lejos de mostrar preocupación, Blanco llegó al recinto deportivo vestido con una camisa azul y jeans, dispuesto a disfrutar del espectáculo de artes marciales mixtas. Ahí, se dio tiempo para tomarse fotos con aficionados y firmar autógrafos, como si las voces de las manifestantes no resonaran a pocos kilómetros de distancia.
La marcha, que partió de la Glorieta de las Mujeres que Luchan, fue una respuesta a la decisión de la Cámara de Diputados de desechar el desafuero de Blanco el pasado martes. Con 291 votos a favor, Morena y sus aliados frenaron el proceso, argumentando fallas en la investigación de la Fiscalía de Morelos, que lo señala por un supuesto intento de violación contra su media hermana.
Para las feministas, esta protección al diputado es una burla a la justicia y un reflejo del pacto patriarcal que sigue imperando en la política mexicana. Quemaron una playera con su nombre y gritaron consignas como “Fuera Cuauhtémoc”, exigiendo que no haya impunidad.
Mientras tanto, Blanco se instaló en las primeras filas de la Arena, ajeno a las críticas. Su presencia en el evento, rodeado de fans que lo ovacionaban, contrasta con la indignación de quienes lo acusan de evadir responsabilidades.
El exgobernador de Morelos, quien apenas el jueves acudió a declarar ante la Fiscalía estatal, parece mantenerse firme en su postura de no ceder ante las presiones. Sin embargo, su actitud relajada en la UFC solo aviva el fuego de quienes lo señalan como intocable gracias al respaldo de su partido.
Este episodio pone en evidencia la brecha entre las demandas ciudadanas y las prioridades de algunos políticos de Morena, que, pese a las graves acusaciones, optan por el entretenimiento sobre la rendición de cuentas. La polémica, sin duda, está lejos de apagarse.