La noche del jueves, un grupo de familiares y vecinos irrumpió violentamente en la Fiscalía de la Ciudad de México en la alcaldía Milpa Alta. Su objetivo era claro: liberar a un menor de edad que había sido detenido momentos antes por presunta posesión de narcóticos.
El incidente escaló rápidamente cuando la turba, enardecida, agredió al personal de la fiscalía y a agentes de la Policía de Investigación. La titular de la institución, Sandra Martínez, fue blanco de insultos y golpes mientras los agresores exigían la liberación del joven.
Según reportes, el menor fue acusado de portar drogas, pero los familiares alegaron que las pruebas fueron sembradas por las autoridades. La situación se salió de control con la llegada de más personas, lo que derivó en un enfrentamiento físico que dejó al descubierto la fragilidad de la seguridad en la zona.
La fiscalía intentó contener el caos, pero la turba logró su cometido. El adolescente fue liberado a la fuerza y los agresores huyeron del lugar, dejando tras de sí un ambiente de tensión y cuestionamientos sobre la efectividad de las instituciones ante la violencia.
Este episodio pone en evidencia el creciente problema de inseguridad en la capital y la falta de respuesta contundente por parte del gobierno. Milpa Alta, una de las alcaldías más alejadas del centro, se suma a la lista de puntos críticos donde la autoridad parece perder el control frente a la ciudadanía desbordada.