La relación entre China y México atraviesa un momento de tensión, y Pekín parece estar ajustando su estrategia. Según Bloomberg, el gigante asiático está explorando nuevas oportunidades comerciales en América Latina para compensar el distanciamiento con uno de sus principales socios en la región.
El enfriamiento se debe, en parte, a las recientes medidas comerciales de México, como investigaciones antidumping y cuotas compensatorias a productos chinos. Estas acciones, impulsadas por la Secretaría de Economía, buscan proteger la industria nacional frente a importaciones a precios bajos, pero han generado fricciones con China.
Ante este panorama, China está volteando a ver a países como Brasil, Argentina y Perú. En estos mercados, Pekín ve potencial para fortalecer lazos comerciales y de inversión, especialmente en sectores como infraestructura, minería y agricultura, donde ya tiene presencia significativa.
El cambio de enfoque también responde a la presión de Estados Unidos, que ha intensificado su discurso contra la influencia china en América Latina. México, atrapado entre las demandas de Washington y su relación con Beijing, podría perder terreno como destino clave para las inversiones chinas.
Mientras tanto, otros países de la región podrían beneficiarse de esta reorientación. Proyectos como el puerto de Chancay en Perú, respaldado por capital chino, muestran el interés de Pekín por consolidar su huella en el continente.
Este giro estratégico de China llega en un momento de incertidumbre económica global. La desaceleración de su propia economía y la guerra comercial con Estados Unidos están empujando a Pekín a diversificar sus alianzas en busca de estabilidad.
Para América Latina, esta situación representa una oportunidad, pero también un desafío. Los países que logren atraer la atención de China podrían ver un impulso en sus economías, aunque dependerá de cómo equilibren esta relación con otros socios comerciales, como Estados Unidos.