Hoy, 26 de marzo, se conmemora un hecho que marcó la historia de México: el brutal asesinato de Emiliano Zapata en 1919. Este ícono revolucionario, conocido como el “Caudillo del Sur”, fue traicionado y acribillado en Chinameca, Morelos, en un acto que expuso la fragilidad de la lucha campesina frente a los intereses de poder.
Zapata, líder incansable por la justicia agraria, cayó bajo las balas de un gobierno que prometía cambios pero se aferraba a las viejas estructuras de opresión. Su muerte no solo silenció una voz poderosa, sino que dejó un vacío en la batalla por los derechos de los más vulnerables.
Mientras tanto, en un giro histórico internacional, el mismo día de 1979 Israel y Egipto firmaron un tratado de paz en Washington, poniendo fin a décadas de conflicto. Este acuerdo, mediado por Estados Unidos, mostró que la diplomacia podía abrir caminos donde las armas habían fallado.
En México, la memoria de Zapata sigue resonando como un recordatorio de las promesas incumplidas. Su legado choca con la realidad actual, donde la desigualdad y la violencia persisten, evidenciando la inacción de quienes hoy ostentan el poder.
El contraste entre estos eventos históricos es brutal: mientras el mundo avanzaba hacia la reconciliación, aquí se apagaba una esperanza. El 26 de marzo no es solo una fecha, es un espejo de nuestras luchas y traiciones.

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Un día como hoy: 26 de marzo
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