En un evento cargado de promesas, el gobierno federal certificó a Taruk, el supuesto primer autobús eléctrico diseñado y fabricado en México, como parte de una estrategia para presumir soberanía industrial frente a los aranceles de Donald Trump. La Secretaría de Economía, encabezada por Marcelo Ebrard, no escatimó en autoproclamarse artífice de esta “innovación tecnológica”.
El vehículo, creado por las empresas Megaflux y Dina, fue presentado con bombos y platillos en la Ciudad de México. Según Ebrard, Taruk no solo es un avance, sino una “decisión estratégica” para contrarrestar el contexto internacional. Sin embargo, queda la duda de si esto será más que un espectáculo mediático para el gobierno de Morena.
Taruk, cuyo nombre significa “correcaminos” en lengua yaqui, tuvo apoyo de instituciones como la UNAM y la UAM. Con capacidad para 60 pasajeros y una autonomía de 300 kilómetros, el autobús promete ser competitivo frente a modelos asiáticos. Pero, ¿realmente cumplirá con las expectativas o será otro proyecto que se queda en buenas intenciones?
El proyecto, que comenzó a gestarse bajo el mandato de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno, busca posicionar a México en la electromovilidad. Las primeras unidades operarán en Ensenada, Baja California, aunque no se ha aclarado cómo se financiará su expansión ni si resistirá las demandas del transporte público real.
Mientras el gobierno celebra este logro, el trasfondo económico no pasa desapercibido. Con Estados Unidos amenazando con aranceles, Taruk parece más una jugada política que una solución práctica. Habrá que ver si este autobús eléctrico logra mover algo más que titulares.