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Cuauh: Cuando exonerar es condenar

La exoneración de Cuauhtémoc Blanco en la Cámara de Diputados ha desatado una tormenta política que pone en jaque la credibilidad del régimen. Acusado de violación en grado de tentativa contra su media hermana, el exgobernador de Morelos y actual diputado federal logró esquivar el desafuero gracias a los votos de Morena, el PRI y el Verde, en una sesión que muchos califican de vergonzosa.
El respaldo a Blanco no es nuevo: siempre contó con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, a pesar de las graves acusaciones de violencia y nexos con el crimen organizado durante su gestión en Morelos. Su llegada al poder estatal, impulsada por el PES y el expresidente, dejó un estado sumido en inseguridad y corrupción, pero eso no impidió que el régimen lo protegiera una vez más.
La presidenta Claudia Sheinbaum intentó deslindarse del caso, afirmando que siempre apoyará a las mujeres, pero solo con pruebas suficientes. Sus palabras suenan huecas cuando las diputadas de Morena gritaban “¡No estás solo!” a Blanco, en un acto que contradice el discurso de igualdad y justicia que tanto pregonan.
Lo más indignante fue ver cómo la sesión legislativa se convirtió en un circo de complicidades. La exoneración de Blanco no lo deja limpio; al contrario, lo condena ante la opinión pública como un símbolo de impunidad que Morena y sus aliados están dispuestos a tolerar.
Este episodio deja claro que el “llegamos todas” de Sheinbaum se tambalea. Mientras el régimen salva a uno de los suyos, las víctimas quedan en el olvido, y la supuesta transformación se revela como una fachada que encubre favores políticos y pactos oscuros.

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