El gobierno de Estados Unidos ha intensificado sus operaciones en la frontera con México al desplegar un segundo buque destructor de misiles guiados, el USS Spruance, en el Océano Pacífico. Este movimiento, anunciado por el Comando Norte, busca reforzar la seguridad marítima en la región y apoyar las labores contra el terrorismo, el narcotráfico y la migración ilegal.
El USS Spruance, de la clase Arleigh Burke, zarpó desde la Base Naval de San Diego y se suma al USS Gravely, que ya opera en el Golfo de México. Ambos buques están equipados con tecnología avanzada y armamento, incluyendo misiles Tomahawk, diseñados para misiones de alto impacto. Según el Pentágono, esta acción responde a una orden ejecutiva del presidente Donald Trump para proteger la integridad territorial estadounidense.
La misión de estos destructores incluye combatir el terrorismo marítimo, la proliferación de armas y la delincuencia transnacional. Además, trabajarán en coordinación con la Guardia Costera de Estados Unidos, específicamente con un Destacamento de Aplicación de la Ley, para interceptar actividades ilícitas en aguas internacionales cercanas a México.
Este despliegue ha generado atención en la región, aunque las autoridades estadounidenses han enfatizado que las operaciones se realizarán en su territorio y en aguas internacionales, respetando las normas de navegación global. El objetivo es claro: fortalecer la presencia militar y disuadir amenazas que puedan afectar la seguridad nacional de Estados Unidos.
En un contexto de tensiones globales y retos fronterizos, la llegada del USS Spruance marca un paso más en la estrategia de Washington para controlar las rutas marítimas. Su historial reciente, que incluye misiones en el Mar Rojo y el Golfo de Adén, evidencia su capacidad para enfrentar desafíos complejos en distintos escenarios.