Canadá se prepara para unas elecciones decisivas el próximo 28 de abril, tras la disolución anticipada del Parlamento anunciada por el primer ministro Mark Carney. Este llamado a las urnas llega en medio de tensiones con Estados Unidos, marcadas por las políticas de Donald Trump, quien ha amenazado con imponer medidas económicas drásticas contra su vecino del norte.
Carney, un economista de prestigio y exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, justificó la convocatoria al destacar la gravedad de la situación. En sus palabras, el país enfrenta “la crisis más significativa de nuestra vida” debido a las acciones comerciales de Trump y sus declaraciones sobre la soberanía canadiense, que han generado incertidumbre en Ottawa.
Las encuestas posicionan al Partido Liberal, liderado por Carney, como favorito con un 37.5% de intención de voto, lo que podría traducirse en una mayoría en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, los conservadores, con un 37.1%, liderados por Pierre Poilievre, mantienen una competencia reñida, reflejando la polarización que las amenazas de Trump han exacerbado en el panorama político.
La retórica agresiva del presidente estadounidense, que incluye la posibilidad de anexar Canadá mediante presión económica, ha transformado estas elecciones en un referendo sobre la independencia nacional. Carney busca un mandato claro para negociar con Washington y proteger los intereses canadienses frente a las políticas proteccionistas de Trump.
El impacto de esta crisis trasciende las urnas, afectando la economía y la relación bilateral. Mientras los canadienses se alistan para votar, la sombra de Trump se cierne como un factor determinante en una de las elecciones más cruciales de las últimas décadas en el país.

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Canadá celebrará en un mes una de sus elecciones más críticas bajo la sombra de Trump
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