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Se comenta: La transición en el Estado de México bajo la lupa

La transición gubernamental en el Estado de México sigue dando de qué hablar, y no precisamente por buenos motivos. Con Delfina Gómez al frente, el proceso está lejos de ser terso: los reflectores apuntan a una gestión que no termina de arrancar y a un Morena que parece más enfocado en mantener el poder que en resolver los problemas de fondo.
En el sector salud, la integración al IMSS-Bienestar ha sido un desastre silencioso. Hospitales mexiquenses enfrentan la amenaza de una bacteria peligrosa que ha puesto en jaque la atención médica, justo cuando el sistema debería estar fortaleciéndose. La ciudadanía, mientras tanto, paga las consecuencias de una transición que parece improvisada.
El contraste no podría ser más evidente con el desarrollo económico. Laura González, titular de la Secretaría de Desarrollo Económico, presume cifras récord: 71 mil empleos formales generados en un año. Un logro que choca con la realidad de un gobierno estatal que no logra coordinarse en temas básicos como la salud o la seguridad.
Y hablando de seguridad, el panorama es sombrío. Los delitos de alto impacto bajaron, dice Horacio Duarte, pero la violencia sigue siendo una pesadilla cotidiana para los mexiquenses. La bacteria en los hospitales y las calles inseguras son el verdadero rostro de este gobierno de Morena.
La pregunta queda en el aire: ¿cuándo dejará de ser la transición una excusa para los fracasos? Mientras el discurso oficial celebra avances, la realidad pinta un Estado de México atrapado entre promesas vacías y una administración que no da el ancho.

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