A partir de este viernes, León, Guanajuato, incorpora a su sistema de transporte público las nuevas “orugas” eléctricas, un paso hacia la modernización de la movilidad urbana. Estos vehículos, que prometen ser más sostenibles, han despertado curiosidad entre los habitantes y, sobre todo, entre quienes estarán al volante.
Conducirlas no parece ser tarea sencilla. Los choferes han destacado que, a diferencia de los modelos tradicionales, estas unidades requieren adaptarse a controles más tecnológicos y a una respuesta distinta del motor eléctrico, lo que implica un periodo de aprendizaje para dominarlas.
La capacitación ha sido clave. Antes de salir a las calles, los operadores recibieron formación especializada para manejar las nuevas funciones, como el sistema de frenado regenerativo y la gestión de la energía, aspectos que las diferencian de los autobuses convencionales.
Para los pasajeros, la llegada de estas orugas significa un transporte más silencioso y ecológico. Sin embargo, el éxito dependerá de cómo los conductores enfrenten el reto de integrarlas a las rutas diarias de una ciudad en constante movimiento.
El gobierno municipal ha apostado por esta iniciativa como parte de un plan de movilidad sustentable, aunque no se han revelado detalles sobre los costos o los tiempos de implementación total. Por ahora, León se prepara para ver rodar estas máquinas del futuro.

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¿Qué tan difícil es conducir una de las nuevas orugas eléctricas?
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