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Lo ocurrido en el rancho Izaguirre no frena la lucha de los colectivos por encontrar a sus desaparecidos

La indignación crece tras la visita al rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, donde colectivos de búsqueda esperaban respuestas, pero se toparon con un operativo que huele a simulación. Familiares de desaparecidos denunciaron que el lugar estaba “limpio”, sin rastro de los indicios que hace semanas conmocionaron al país.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que destapó hornos clandestinos y cientos de pertenencias en el predio, acusó a las autoridades de montar un “circo”. La visita, limitada a 15 minutos y con zonas acordonadas, dejó a las familias con más preguntas que certezas sobre el destino de sus seres queridos.
Mientras el gobierno de Claudia Sheinbaum promete reformas, la realidad en el terreno es otra: lentitud, opacidad y una aparente falta de voluntad para esclarecer los hechos. Los colectivos señalan que la Federación y el estado de Jalisco se pasan la pelota, dejando a las víctimas en el abandono.
La tragedia del rancho Izaguirre, vinculada al Cártel Jalisco Nueva Generación, expone el fracaso en combatir la inseguridad. Los restos humanos y objetos hallados son un grito de auxilio que el gobierno parece ignorar, mientras la violencia sigue cobrando vidas.
A pesar de las trabas, los colectivos no se rinden. Su lucha sigue viva, alimentada por el dolor y la esperanza de encontrar justicia en un país donde los desaparecidos ya superan los 120 mil, según cifras oficiales que muchos consideran maquilladas.

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